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Uno de sus objetivos fundamentales es el monitoreo sísmico permanente de la actividad de origen tectónico y volcánico del territorio nacional.

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Los volcanes activos son observados a través de diversas tecnologías.

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La tecnología comprende un conjunto de teorías y técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico. No es de sorprenderse que a diario aparezcan nuevas técnicas y revolucionarias teorías que permitan que la tecnología avance a pasos agigantados, facilitando procesos y resolviendo problemas dentro de diversas áreas del quehacer de la comunidad en general.


Desde su creación, el IG ha visto la necesidad de utilizar instrumentos que le permitan realizar una precisa vigilancia tanto en sísmica como en varios otros parámetros relacionados al vulcanismo.

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Las pruebas en la Politécnica Nacional. Los técnicos realizan investigaciones sobre las viviendas y materiales sismorresistentes. Foto: Archivo El Comercio
Víctor Vizuete - El Comercio

     En efecto, para Jorge Valverde, profesor titular de Ingeniería Civil de la Escuela Politécnica Nacional, un evento de esa naturaleza está previsto. “Esperamos un sismo de 8,4 grados Richter, uno de los grandes. Esto viene del análisis del riesgo sísmico que se hizo hace unos 15 años. El estudio de probabilidades determinó que habrá un suceso de esta magnitud en el país, talvez frente a las costas de Esmeraldas y Manabí. O en otra parte, incluida Quito”.

      Mientras más tiempo pasa entre un sismo y otro, la cantidad de energía acumulada aumenta y su liberación se traduce en un terremoto de gran magnitud. Parecería preferible tener sismos pequeños pero seguidos en tiempo, que uno solo en un lapso mayor.

      Además, en el caso de Japón, sobre los tsunamis, quedó demostrado que no existe preparación alguna o prevención eficaz.

      La energía del agua, al ser superficial, es mucho mayor que la de las ondas sísmicas ya que su atenuación es mínima. Toda la energía se descarga en tierra.

      Pese a que en este momento no hay posibilidades de afrontar un tsunami, ¿está preparado el país para soportar un terremoto severo, de la escala de los de Chile y Japón? Todos los expertos consultados sostienen que no. Entre ellos el director del Instituto Geofísico, Hugo Yepes, los ingenieros Otto Maldonado, Fabricio Yépez y el arquitecto Aldo Echeverría, catedráticos de la Universidad San Francisco, al igual que el constructor Rafael Ruales y el máster en restauración Eduardo Báez.

      Maldonado es categórico: si con un fuerte aguacero se caen casas, no se diga con un sismo.

      ¿A qué se debe esta vulnerabilidad? Existen varios factores, como la construcción en sitios de riesgo como taludes y quebradas, pero los expertos coinciden en que la mayor causa de riesgo está atada a la informalidad.
 
      La construcción informal en el país es casi del 70%. ¿Qué pasa cuando a un canasto repleto de huevos se le colocan más encima?, pregunta Echeverría. “Los de arriba se caen y dañan el resto. Así es la construcción informal”.

      En Ecuador se carece de registros municipales de planos y licencias de construcción rígidos. Estos no pasaron por la revisión de un profesional y las edificaciones fueron construidas por maestros de obra con mucha o ninguna experiencia.

      Yepes recalca que en estos procedimientos se observan requerimientos mínimos, que tienen graves consecuencias en el colapso inminente de las estructuras, lo que convierte a un terremoto en una tragedia de gran magnitud. “Estas catástrofes no solo cobran vidas humanas valiosas sino que retrasan el desarrollo durante años del país afectado”, apunta.

      Las edificaciones informales además carecen de un adecuado diseño de hormigón, generalmente con exceso de agua en la mezcla, recalcan Maldonado y Ruales. Algo similar se puede decir de la cantidad de acero usado en las estructuras, de su doblado, figurado, amarrado, de manera antitécnica. “Y qué decir de la elaboración de mampuestos (morteros para mamposterías), de deficiente fabricación, de la calidad de las mezclas”, agrega Ruales.

      Las consecuencias frente a un sismo fuerte o aun terremoto son lógicas: esas construcciones se irán al suelo. Colapsarán, sin remedio. Las soluciones para este problema son muy complejas. Pero todas pasan por el control. Por tratar de disminuir el índice de informalidad y hacer cumplir las ordenanzas. Es decir -explica Echeverría- hacer prevención.

      En esta línea, la educación es básica. La prevención debe empezar en las escuelas, dice Maldonado. Debe incluirse la materia de prevención de desastres.

      Aunque la construcción formal ha mejorado mucho y el Código de la Construcción se está actualizando con el apoyo del Gobierno, aún falta control efectivo, lo que se aprovecha para incumplir con las especificaciones y levantar un edificio de riesgo.

      “Muchos profesionales planteamos que por Ordenanza los edificios de más de ocho pisos tengan su propio control. Instalar un acelerógrafo y un sismógrafo cuesta menos que instalar una cocina con baldosa italiana”, destaca Valverde. Este monitoreo debe ir ligado a alguien que recopile esa información y haga un seguimiento. Si los constructores no cumplen no se les da el permiso.

      Ruales, constructor de vivienda popular, apunta al mercado inmobiliario. “El mercado, el negocio inmobiliario irresponsable e, incluso, la intervención cada día mayor de capitales sin procedencia regular; la desatención a los más necesitados que deben alejarse del centro, buscando dormitorio en sitios y lugares inconvenientes aumentan la vulnerabilidad”.


La sismorresistencia es la alternativa

      Sucedió en el propio Japón, en la década de los cincuenta. El día de la inauguración del llamado primer edificio ‘totalmente antisísmico del mundo’, el Hotel Emperador, sucedió un movimiento de gran intensidad. El edificio resistió, pero, tiempo después, tuvo que ser derrocado porque tenía graves fallas estructurales.
Eso fortaleció la idea de la sismorresistencia como el remedio más lógico para enfrentar a los terremotos y otros fenómenos naturales.

      Pero ¿qué es un edificio sismorresistente? El ingeniero Otto Maldonado lo define como una estructura dúctil que debe cumplir tres condiciones de diseño: existencia, permanencia y factibilidad. En palabras más asequibles, un edificio sismorresistente debe garantizar su equilibrio ante una acción posible: un sismo, un huracán... Esto no significa que el edificio no colapse. De hecho puede caerse, pero antes debe garantizar su estabilidad hasta que sea evacuado totalmente y con el menor peligro posible para sus ocupantes.

      Las edificaciones deberán ser diseñadas para minimizar los problemas para las personas que las habitan, para limitar los daños. Un aumento en la cantidad del material (secciones de vigas y columnas más anchas, losas de mayor espesor) y un mejoramiento de la calidad y la resistencia de los materiales de construcción logran, por lo general, los objetivos propuestos.

      Los materiales son claves. El adobe y el tapial son muy rígidos; es decir, son menos capaces de aguantar la onda sísmica y se rompen con el pandeo (movimiento oscilatorio). La piedra, que es excelente para la compresión, al estirarse es 10 veces más débil, explica Echeverría. En consecuencia, también tiene sus riesgos. El acero y el hormigón armado son mucho más dúctiles y elásticos. Esas cualidades aumentan su resistencia a la acción de sismos y otros fenómenos.

¿Qué estructuras son las más importantes?

      Paradoja de paradojas: la Defensa Civil, una de las instituciones vitales en la planificación, prevención y mitigación de los efectos de una catástrofe de cualquier origen y que debería estar en una de las estructuras diseñadas para soportar los sismos más severos, funciona en un edificio que no cumple esos requerimientos.

      Ese es un gran error, dice Aldo Echeverría, porque los edificios que deben resistir de mejor manera la acción de los terremotos severos son los que funcionan como entidades de ayuda, bomberos, hospitales, escuelas...

      En teoría, esas edificaciones no deberían caerse ni con terremotos como los últimos de Japón y Chile.
Lamentablemente, eso no sucede en el país. Aunque sí hay ejemplos plausibles, como el Hospital Carlos Andrade Marín. Este hospital, que fue diseñado como un monobloque por el arquitecto Distel y fue inaugurado el 30 de mayo de 1970, se muestra como una construcción sólida y sismorresistente, explica Otto Maldonado. “Eso no se puede decir, en cambio, de muchos hospitales y centros de salud de otras ciudades y cantones de la patria, cuyas lastimeras imágenes miramos casi a diario en la televisión”.

      Por esa razón, porque deben ser las estructuras más resistentes, agrega Echeverría, las escuelas deben tener un reforzamiento estructural del 25% más que los edificios comunes; y los hospitales y puentes del 50% más. Así, por ejemplo, si una casa normal utiliza hormigones de 210 kg/cm², una escuela utilizará concretos con resistencias de 240 ó 260 kg/cm² y un hospital o un puente de 320 a 360 kg/cm².

      Este ejemplo se debe repetir en todos los insumos y elementos estructurales de esas edificaciones. Los puentes también deben ser estructuras superresistentes, pues son vitales para las comunicaciones y las evacuaciones posteriores.

Voice of America - Traducción: G. Merino / Google

Japón es uno de los países mejor preparados en el mundo para hacer frente a la amenaza de un tsunami. Los sistemas de alerta están en su lugar, y las barreras de hormigón anti-tsunamis abarcan gran parte de la línea costera. Pero la ira de la naturaleza del viernes 11 de marzo de 2011 fue demasiado grande para las medidas de protección tomadas por el hombre, planteando la pregunta de ¿qué salió mal?

Kate Woodsome, enviado del diario Voz de América, se comunicó con Synolakis Costas, un experto en el tsunami del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad del Sur de California, para averiguar la respuesta.

¿Qué salió mal con el sistema de alerta de tsunamis del Japón?

"Japón es uno de los países mejor preparados en la Tierra en términos de alerta de tsunamis. Tuvieron una advertencia. Es evidente que lo que salió mal es que no habían previsto la magnitud de este evento. Hay dos razones para ello. La una es que los japoneses no habían tenido ningún evento en su memoria reciente –los últimos 100 ó 150 años-  tan grande como este. Y dos, los sismólogos y geofísicos no habían previsto como un gran terremoto como éste ocurriendo fuera de Japón. Entonces en ambos sentidos, una parte esencial del sistema de alerta es tener mapas de inundaciones y hacer planes para la gente. Creo que ésta es la parte del sistema que ha fallado."

Cuarenta por ciento de las costas de Japón está rodeado de muros de contención de hormigón. ¿Qué papel jugaron en este desastre?

"Los rompeolas de hormigón en muchos lugares en Japón tienen cerca de 10 metros de altura. En Sendai, tenían una altura cercana a los tres metros. Lo que esto muestra entonces es que, al menos en esa zona, que no esperaban una ola de este tamaño, puesto que hubieran construido diques más altos. De varias maneras, el malecón dificultó las cosas (para el tsunami), ya que de seguro es mejor que nada, pero, por otro lado, las olas fueron capturadas y, posiblemente, las personas desarrollaron una falsa sensación de seguridad, y los responsables de emergencias pensaron que había suficiente defensa, lo cual resultó no ser el caso. "

Deberían estas barreras ser rediseñadas, construirse más altas, ¿o es erróneo pensar que el hombre puede mantener a raya a la naturaleza?

"Bueno, ambas cosas. Creo que la nueva forma de pensar que estamos desarrollando en todo el mundo es que tenemos que construir la resiliencia de la comunidad. Esto suena holístico, pero en realidad es mucho más que eso. Una comunidad resilente ante los peligros costeros debe tener capacidad de recuperación, lo cual significa redundancias en todo: energía, transporte, agua, manejo de emergencias, la vivienda, todo. Si se sobreestima o se invierte demasiado en una parte del sistema, como la construcción de defensas costeras, y no se invierte en otras partes, como los sistemas de respaldo o sistemas redundantes, entonces se obtiene lo que acabamos de ver."

Lunes, 14 Marzo 2011 14:56

Japón y la lección del cataclismo

El Comercio

Editorial |  sábado 12/03/2011

El terrible terremoto que sacudió al Japón mueve la solidaridad con su pueblo y nos obliga a preguntar sobre nuestras precarias estructuras y los sistemas de prevención ante desastres, sismos y tsunamis.

Japón es un país organizado. La tierra del sol naciente ha sufrido tremendas catástrofes naturales. Los terremotos, los maremotos y los tifones en esa zona del Asia han castigado históricamente a un pueblo que, pese a ser resignado, no se ha dormido.

Todo lo contrario, la prevención es la norma. En los primeros años del siglo pasado y tras una tragedia que causó miles de muertos, fue una causa nacional el estar preparados para atenuar los impactos sobre los seres humanos que los fenómenos naturales pueden ocasionar.

Los japoneses son gente organizada. Esa disciplina y cohesión social con una dosis de la herencia de una sabiduría milenaria les ha permitido afrontar con estoicismo las pruebas difíciles.

El Japón se preparó. La academia estudió y desarrolló altas técnicas constructivas para evitar en la mayor medida que el conocimiento permite los efectos desastrosos de los sismos y tsunamis. Hoy, el mundo mira a Japón y lo respeta. En las horas siguientes al peor terremoto que los nipones sufrieran en 140 años vinieron las muestras de solidaridad y también las alertas. Los países de las riberas del Pacífico tomaron precauciones.

El Gobierno del Ecuador reaccionó rápido. Es preferible prevenir que lamentar, dijeron. Una reacción a tiempo es mejor que una respuesta tardía que puede ocasionar desorden, pánico y caos. Tras las horas posteriores a la alarma del maremoto vienen la reflexión y las lecciones.

Ecuador es un país de alto riesgo. ¿Estamos preparados a fondo para afrontar terremotos, deslaves y tsunamis?
El Pacific Tsunami Warning Center (PTWC) en su boletín final número 27 de la 01:36 (tiempo Ecuador) del 12 de marzo de 2011 relacionado con el tsunami generado por el terremoto de Japón del 11 de marzo, emitió la cancelación de la alerta de tsunami para la cuenca del Pacífico. Ver informe: http://ptwc.weather.gov/ptwc/text.php?id=pacific.2011.03.12.063606
En este mismo informe se señala que la amplitud de la ola de tsunami para las estaciones del Ecuador fueron:
Baltra - Galápagos          0.82 metros, la hora de arribo fue 17:54 (tiempo Galápagos)
Santa Cruz - Galápagos  1.77 metros, la hora de arribo fue 18:38  (tiempo Galápagos)
La Libertad                     1.23 metros, la hora de arribo fue 21:39 (tiempo Ecuador continental)
El Centro de Alerta de Tsunamis del INOCAR en su informe número 3 de las 00:17 del 12 de marzo señala que "el riesgo de alerta de tsunami ha disminuido, ya que la altura del nivel del mar está en descenso. Sólo en Puerto Cayo la ola llego hasta el malecón. En Esmeraldas, Manta, Pto. Bolívar, Salinas y la Libertad la afectación ha sido casi nula. Se ha disminuido la alerta técnica". Ver informe: http://www.inocar.mil.ec/news.php?C=6&S=1&idC=541
Adicionalmente en horas de la noche y luego de pasado el tiempo de espera, el Presidente de la República del Ecuador, Rafael Correa, levantó la alerta de tsunami decretada en horas de la mañana, con lo cual dió la orden para que las personas evacuadas retornen a sus hogares en calma. Ver detalle: http://www.presidencia.gov.ec/
Con respecto a la actividad sísmica en Japón, se continuan registrando muchas réplicas, siendo la de mayor magnitud de 7.1  y registrada el 11 de marzo a las 01:25 (tiempo Ecuador). De acuerdo a los medios de prensa internacionales se continúa sin saber el número exacto de víctimas mortales, pero al parecer supera los varios cientos.
2011/03/12
11:00 - LT

EFE

     ROMA, 11 de marzo de 2011- El devastador terremoto de 8,9 grados de magnitud en la escala de Richter que sacudió Japón puede haber desplazado casi 10 centímetros el eje de rotación de la Tierra.

     Así lo consignó un estudio preliminar del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia (INGV).

     La entidad, que desde 1999 ha estudiado los numerosos fenómenos sísmicos registrados en Italia, como el devastador terremoto de la región de Los Abruzos del 6 de abril de 2009, explica en una nota que el impacto del sismo de Japón sobre el eje de la Tierra puede ser el segundo mayor del que se tiene constancia.

     "El impacto de este suceso sobre el eje de rotación ha sido mucho mayor que el del gran terremoto de Sumatra de 2004 y probablemente es el segundo mayor, sólo por detrás del terremoto de Chile de 1960", reza el comunicado.