En 2015 la Asamblea General de la Naciones Unidas resolvió declarar al 5 de Noviembre como el Día Mundial de Concienciación de los Tsunamis (A/RES/70/203), reconociendo la importancia de la preparación y la rápida difusión de información mediante sistemas de alerta temprana, la utilización de los conocimientos tradicionales y el concepto de “reconstruir mejor” en las etapas de recuperación, rehabilitación y reconstrucción, para proteger la vida de las personas y prevenir los daños causados por los tsunamis.
Los tsunamis son fenómenos poco frecuentes pero su impacto puede ser enorme. El tsunami del océano Indico ocurrido el 26 de diciembre del 2004 causó la pérdida de 227.000 vidas en 14 países. Más recientemente, el tsunami generado por el terremoto del Este de Japón del 11 de marzo del 2011 provocó la muerte o pérdida de 18.487 personas (Imamura y otros, 2016).
La III Conferencia de las Naciones Unidas para la Reducción de Riesgos de Desastres del 2015 reconoció entre sus siete objetivos para el periodo 2015-2030, lograr un incremento importante de la disponibilidad y accesibilidad a los sistemas de alerta temprana de propósito múltiple. En este sentido, el Instituto Geofísico, INOCAR y la Secretaría de Gestión de Riesgos con el apoyo de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) desarrollaron entre el 2013 y 2016, el Proyecto de Mejoramiento de la Capacidad de Monitoreo de Terremotos y Tsunamis para la Alerta Temprana de Tsunamis, con el mejoramiento de las capacidades para la detección de sismos tsunamigénicos. Un efectivo sistema de aviso de tsunamis requiere de un completo programa que incluya el monitoreo de las ondas sísmicas, las deformaciones de la corteza, de las ondas de agua, de una infraestructura para la transferencia de la información y logística, y de una educación y entrenamiento de la población.
Los registros de desplazamiento de los sismos tsunamigénicos pueden presentar amplitudes antes de la llegada de las ondas S en la banda de periodos muy largos (500 – 1000 seg.). A estas ondas se les llama la fase W (Kanamori, 1993), la cual puede ser interpretada como la superposición de ondas Rayleigh o de múltiples reflexiones de fases PP y PPP. Estas ondas llevan información de deformaciones en la fuente con periodos muy largos que son más rápidas que las ondas S y que pueden ser usadas en forma efectiva para los avisos rápidos de tsunamis. La fase W puede ser usada para identificar sismos con magnitudes mayores a Mw =9. Con el proyecto apoyado por JICA, el Instituto Geofísico ha implementado estaciones sísmicas con capacidad para la detección sin saturación de la señal de eventos sísmicos con magnitudes altas. También se implementó el sistema SWIFT para el procesamiento automático de los sismos.
En un sistema de alerta temprana, después de ocurrido el sismo, se determina rápidamente su tamaño y la información es enviada por radio (u otros métodos electrónicos) a lugares a cierta distancia de la fuente aun antes que llegue el sacudimiento y se puedan tomar medidas de precaución para proteger a las vidas y a los bienes. A través de la cooperación entre el ECU911, INOCAR, Secretaría de Gestión de Riesgos y el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional se está ejecutando un proyecto para dotar a las poblaciones de las provincias costeras y Galápagos de sistemas de sirenas para alerta temprana, definir rutas de evacuación y zonas seguras y, adicionalmente, mejorar la cobertura de las redes de monitoreo sísmico y geodésico.
MR
Instituto Geofísico
Escuela Politécnica Nacional