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Uno de sus objetivos fundamentales es el monitoreo sísmico permanente de la actividad de origen tectónico y volcánico del territorio nacional.

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Los volcanes activos son observados a través de diversas tecnologías.

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La tecnología comprende un conjunto de teorías y técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico. No es de sorprenderse que a diario aparezcan nuevas técnicas y revolucionarias teorías que permitan que la tecnología avance a pasos agigantados, facilitando procesos y resolviendo problemas dentro de diversas áreas del quehacer de la comunidad en general.


Desde su creación, el IG ha visto la necesidad de utilizar instrumentos que le permitan realizar una precisa vigilancia tanto en sísmica como en varios otros parámetros relacionados al vulcanismo.

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Martes, 31 Julio 2012 14:44

El reto de anticipar los terremotos

El desastre de Fukushima hubiera sido otro en caso de haberse podido anticipar el terremoto de 9 grados de magnitud que el 11 de marzo de 2011 sacudió Japón. Los seísmos son imposibles de evitar, pero, conociendo cuándo sucederán, se pueden salvar cientos de miles de vidas.

Los científicos siguen buscando el sistema que les permita adelantarse a los temblores. La gran esperanza se centra en el espacio y los datos recabados por los satélites. Rusia aseguró esta pasada semana que está cerca del objetivo. Afirma que la red de satélites de su sistema de navegación Glossnat –similar al GPS estadounidense o al Galileo europeo- puede captar diversos cambios atmosféricos que preceden a los terremotos. Y eso a pesar de no estar diseñado para ello. En concreto, los rusos señalan que el movimiento de la corteza terrestre provoca efectos en la ionósfera y un aumento de la radiación infrarroja. Indican incluso que antes del devastador temblor en Japón se recogieron datos que lo anticipaban, pero que en ese momento no se supieron interpretar.

La NASA también ha dedicado tiempo y dinero a detectar los seísmos. La agencia estadounidense explica que «la furiosa energía que liberan se acumula con meses y años de anticipación, en forma de tensiones de la corteza terrestre». Sin embargo, confiesa que «por el momento, los pronosticadores no tienen una forma directa de observar estas tensiones o de detectar cuando alcanzarán niveles críticos».

Sin embargo, al igual que los rusos, cree que los satélites podrían ofrecer pronto una solución al problema y ser capaces de detectar señales de un terremoto inminente días o semanas antes de que ocurra, dando a las autoridades tiempo para prepararse. «En veinte años podríamos decir que en un determinada falla las posibilidades de que se produzca un seísmo a lo largo de un determinado mes es del 2%, el 20% o el 50%», prevé la NASA. Los métodos actuales de observación permiten ciertos vaticinios de que se produzca un terremoto, aunque estos se enmarcan en plazos de varias décadas.

El uso de animales

Un estudio de la NASA señala que algunos animales son capaces de adelantar los temblores. La investigación sobre el seísmo registrado en la ciudad italiana de L'Aquila en 2009 descubrió que el 96% de los sapos machos de una comunidad de la zona habían huido del lugar cinco días antes de la catástrofe. Se cree que de alguna forma pudieron percibir la liberación de gases y partículas cargadas del interior de la Tierra.

Hasta ahora solo un terremoto ha sido previsto con la suficiente anticipación. Se produjo en la ciudad china de Haicheng en 1975 y fue de 7,3 grados de magnitud. En esa ocasión el epicentro se fue trasladando lentamente a la ciudad dando señales de lo que se avecinaba. Las autoridades procedieron a la evacuación y pese a que el temblor destruyó un 50% de los edificios de la urbe solo se registraron 250 víctimas. Por desgracia los terremotos por ahora no son como las tormentas. No se pueden predecir, quizá en un futuro próximo sí lo sean.

Fuente: http://www.abc.es/20120728/ciencia/abci-reto-anticipar-terremotos-201207281323.html

El Secretario de Gestión de Riesgos, MSc. Jorge Carrillo visitó este 21 de diciembre de 2023 la sede del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional (IG-EPN), para conocer más sobre la labor que realiza en términos del monitoreo de la actividad sísmica y volcánica en el Ecuador.

El Secretario de Gestión de Riesgos, visita la sede del IG-EPN en Quito
Figura 1.- Dr. Mario Ruiz, Director del IG-EPN, guía al El Secretario de Gestión de Riesgos, MSc. Jorge Carrillo, en su visita por el centro de Monitoreo del IG-EPN (Foto: DIRCOM/EPN).


Tras recorrer las instalaciones, se reunió con el equipo de trabajo y recibió una breve inducción enfocada a las tareas que realiza el Geofísico, quien es una pieza trascendental en la arquitectura del sistema nacional de prevención de riesgos. El Dr. Mario Ruiz Romero, director del Instituto Geofísico, indicó que, en el mismo, laboran más de 80 personas distribuidas las Áreas de: Vulcanología, Sismología, Técnica, Sistemas, Centro de Monitoreo (Centro TERRAS) en adición al Área Administrativa-Financiera.

El Secretario de Gestión de Riesgos, visita la sede del IG-EPN en Quito
Figura 2.- El Dr. Mario Ruiz se dirige al Secretario de Gestión de Riesgos, junto a representantes del equipo de trabajo del IG-EPN (Foto: DIRCOM/EPN).


El equipo del IG-EPN trabaja 24/7 en la vigilancia de los fenómenos sísmicos y volcánicos para asegurarse de proveer información veraz y oportuna. El Dr. Ruiz señaló: “Toda la información es transmitida tanto a los tomadores de decisión, pero también al público en general por nuestros canales oficiales”.

El Secretario de Gestión de Riesgos, visita la sede del IG-EPN en Quito
Figura 3.- MSc. Jorge Carrillo junto al Dr. Mario Ruiz es su recorrido por la sede del IG-EPN (Foto: DIRCOM/EPN).


Detalló además que en el Ecuador continental hay alrededor de 80 volcanes, 6 activos, 13 potencialmente activos y 2 en erupción siendo estos Sangay y El Reventador. Además, en el archipiélago de Galápagos existen al menos 20 volcanes, 8 activos y 5 potencialmente activos. En lo que respecta al peligro sísmico, Ruiz destacó los terremotos en el borde costero, en la zona de subducción como: el de Esmeraldas en 1906 y el de Pedernales en 2016; pero también los terremotos que ocurren dentro de la corteza, destacándose el de Riobamba en 1797.

El Director del IG-EPN señaló que la aspiración del Geofísico es convertirse en una institución con el carácter de servicio nacional y, para ello, debe contar con recursos. “Estamos a las órdenes para trabajar conjuntamente. Queremos trabajar en primera línea. Estamos encabezando diferentes proyectos de cooperación internacional para realizar este cometido”.

El Secretario de Gestión de Riesgos, visita la sede del IG-EPN en Quito
Figura 4.- El Dr. Mario Ruiz realiza una presentación, para mostrar las actividades que realiza el IG-EPN (Foto: DIRCOM/EPN).


El Secretario de Gestión de Riesgos resaltó la importancia del IG-EPN por la labor que realiza: “Agradecemos el servicio del Instituto Geofísico. Realmente, ustedes están haciendo una labor de importancia nacional”. Adelantó además que el plan de su gestión es trabajar por un “Ecuador más resiliente” que implica mejorar la capacidad de respuesta ante los riesgos.

Por medio de estos acercamientos, la Escuela Politécnica Nacional demuestra su interés para que los investigadores, docentes, estudiantes y personal trabajen conjuntamente con las entidades estatales con el fin de proveer de información técnica para la toma de decisión y en la búsqueda de bienestar de la población nacional.


D. Sierra, M Córdova
Instituto Geofísico- Escuela Politécnica Nacional
DIRCOM
Escuela Politécnica Nacional

El potente sismo registrado el miércoles junto a la isla indonesia de Sumatra desencadenó el pánico en la zona pero sin causar grandes daños y demostró la eficiencia del sistema de alerta instaurado tras el tsunami de 2004, que engulló a más de 220.000 personas.

"Todo ha ido muy bien. El sistema funcionó como previsto", explica Denis Okello, portavoz en Jakarta de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), agencia de la ONU, quien se felicita de que el sismo del miércoles no fuera más mortífero.

De magnitud 8,6, el temblor dejó cinco muertos, al menos dos ellos por motivos cardiacos, según un balance oficial publicado el jueves por la mañana.

La normalidad volvía así a Banda Aceh, capital de la provincia de Aceh, situada a poca distancia del epicentro, observó una periodista de la AFP. Los campesinos volvían a sus arrozales y los alumnos al colegio, y no se observaban daños importantes.

El sismo provocó sin embargo el pánico entre la población, al avivar el espectro del tsunami que mató a más de 220.000 personas el 26 de diciembre de 2004 en el conjunto del litoral del océano indio.

Pero esta vez, en cuanto que se registró el temblor, la Agencia Indonesia de Geofísica (BMKG) bombardeó a los habitantes y autoridades con mensajes en los móviles y los correos electrónicos, advirtiendo de la inminencia de un tsunami. La marejada finalmente fue muy limitada, con olas de apenas un metro, lo cual provocó el levantamiento de la alerta unas horas después.

Pero la población de Sumatra estaba igualmente fuera de peligro, dado que tras la alerta del BKMG "las autoridades locales activaron las sirenas (instaladas tras el tsunami de 2004) y los habitantes se desplazaron hasta las alturas, como lo habían aprendido durante ejercicios de evacuación", explica Denis Okello a la AFP.

"Las paredes de las clases se pusieron a temblar. Salimos todos", recuerda Nunik Nurwanpi, institutor que lleva una clase de alumnos de entre 6 y 12 años en Banda Aceh. "La gente comentaba que una alerta de tsunami se había emitido entonces nos precipitamos hacia las colinas".

"Nos han bastado tres minutos máximo para emitir el alerta", se felicita Suharjono, responsable de la oficina de sismos de la agencia indonesia.

La misma rapidez operó en otras partes del litoral del océano indio. "Empezamos a evacuar a la gente diez minutos" tras el sismo, indica Namrata Majumdar, un responsable del centro de vigilancia de las catástrofes naturales en las islas indias de Andaman y de Nicobar, duramente sacudidas en 2004.

Después del tsunami de aquel año, se instalaron indicadores de nivel en el litoral para vigilar los movimientos del agua. Gracias a este mecanismo, las autoridades sabían "que un tsunami podía sacudir la costa en los 50 minutos que venían", explica Suharjono.

El sistema, que costó 100 millones de euros, "funciona bien", aseguró el presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono.

bur-lv/at/arz

Fuente: http://ecodiario.eleconomista.es/internacional/noticias/3888831/04/12/el-sismo-indonesio-probo-la-eficiencia-del-sistema-de-alerta-por-tsunami.html

El científico estadounidense que se radicó en el país fundó el instituto geofísico de la politécnica nacional

Este investigador, quien llegó en 1972 a Ecuador, quedó encantado con los volcanes, en particular, con el Cotopaxi. Decidió quedarse en Quito y contribuir al estudio sísmico y volcánico.

Dr. Minard Hall
Científicos como Minard Hall nunca se jubilan. Este estadounidense, quien vive en Tumbaco, realiza estudios de campo junto a su esposa. Foto: Marco Salgado / El Telégrafo

Su interés por conocer la dinámica de la Tierra surgió cuando Minard Hall vivía en su natal San Francisco, una ciudad estadounidense golpeada por varios terremotos. Cuando apenas era un niño vivió la primera gran ‘sacudida’ en el aula de clases de su escuela.

Con el tiempo se acostumbró a los temblores y a los simulacros que los profesores organizaban para prevenir en caso de emergencias. Él y sus compañeros aprendieron a salir en fila india del salón de clases en forma ordenada y sin empujarse; siempre tomados de las manos.

En esta ciudad, caracterizada por su intensa actividad sísmica, creció este geólogo, fundador del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional. Hall nunca dudó en seguir esta carrera ni sacrificar horas de sueño para comprender lo que ocurre en el interior de un planeta que está en permanente movimiento.

Casi a la par de su pasión por la Geología, creció su interés por el andinismo, una actividad que le permitió aproximarse más a la naturaleza. Cuando finalizó los estudios universitarios decidió seguir el doctorado en Geología en Cleveland, Ohio, donde se especializó en Petrología y Geoquímica.

Al finalizar su especialización tomó un avión rumbo a América Latina, un continente que siempre quiso conocer desde que inició sus estudios universitarios. “Siempre pensé ir a otro país. Mi intención no era trabajar en Estados Unidos”. El primer país que visitó en Latinoamérica fue Colombia.

Llegó a Bogotá con muchas expectativas, porque fue contratado como catedrático del Departamento de Geología de la Universidad Nacional de Bogotá.

En esta ciudad permaneció alrededor de 2 años. “En Bogotá, en las proximidades de la Cordillera Real, no hay volcanes, así que pensé en seguir viajando con el interés de verlos de cerca”. Llegó a Quito en 1972 por una invitación que le extendió la Politécnica Nacional para reabrir la Facultad de Geología, Petróleos y Minas.  
Tierra de los volcanes

Al conocer la capital de Ecuador quedó encantado con los volcanes que la rodean y no dudó en radicarse en esta ciudad. Cuando dictaba la cátedra de Geología, solía llevar a sus estudiantes de la facultad al campo para que comprendieran los fenómenos volcánicos.

Sus primeras publicaciones giraron en torno a los peligros potenciales del volcán Cotopaxi, uno de los  preferidos de Hall.

Aunque las obligaciones académicas copaban la mayor parte de su tiempo, el geólogo estadounidense siempre encontraba tiempo para practicar andinismo.

Un tiempo después de incorporarse a la Politécnica Nacional,  pensó en la posibilidad de conformar un centro de estudios dedicado al estudio del volcanismo y de los riesgos sísmicos.

Ambas áreas, pese a su importancia, eran prácticamente desconocidas en Ecuador. La propuesta de este geólogo, que pronto se divulgó en la Politécnica, fue bien recibida y finalmente su propuesta se materializó a principios de la década del 80.

Desde el principio, el propósito del Instituto Geofísico, creado en 1983, fue estudiar la actividad volcánica y sísmica del país. En ese año, Minard Hall fue nombrado director de esta entidad, posición que desempeñó hasta 1997.

En un principio, eran pocos los investigadores que trabajaban con él en la institución, entre ellos Hugo Yepes, exdirector del Geofísico; y el vulcanólogo Patricio Ramón.

Con el transcurso del tiempo se incorporó un mayor número de investigadores, algunos provenientes del Observatorio Astronómico, situado en el parque La Alameda, donde en la década del 70 se realizaban tareas de monitoreo sísmico.

“Vinieron algunos técnicos del observatorio, incluida la secretaria”, recuerda. En aquella época, indica, los ecuatorianos aún no entendían la importancia de estudiar los eventos sísmicos y los volcanes, pero, a pesar del poco interés, consiguió que el Instituto Geofísico fuera reconocido en el exterior.

Gracias a su gestión, y al apoyo de sus colegas, esta institución fue reconocida, en 1992, por ser el mejor programa a escala mundial en la mitigación de desastres.

Además, esta entidad consiguió varios proyectos financiados por la Organización de Asistencia en casos de Desastres de las Naciones Unidas, Undro, y de AID de Estados Unidos, así como otros proyectos con la ayuda de la Organización de Estados Americanos (OEA).    

Según los registros del geofísico, con toda la ayuda financiera fue posible adquirir la instrumentación que permitió enfrentar las reactivaciones de los volcanes Guagua Pichincha, Tungurahua, Cotopaxi y Reventador, en 1998. El Instituto Geofísico incluso recibió el Premio Internacional Sasakawa de las Naciones Unidas.  

Bajo la dirección de Minard Hall, el Instituto Geofísico se convirtió en un centro de monitoreo e investigación de los fenómenos volcánicos y sísmicos. El trabajo de los vulcanólogos y geólogos, muchos formados por Hall, generan importantes reportes sobre la actividad sísmica y dan alertas tempranas frente a las amenazas volcánicas.

El científico reside hace años en Tumbaco. En los alrededores de su vivienda no se observan casas ni hay carreteras próximas. En este lugar tan apacible vive con su esposa, la vulcanóloga Patricia Mothes, con quien ha desarrollado varias investigaciones publicadas en revistas internacionales.

Ambos investigadores, provenientes de Estados Unidos, han descubierto nuevos volcanes en la Cordillera Real, en sus continuas salidas de campo.

Hace más de 6 años, identificaron nuevos volcanes y los denominaron Lavas de Baeza, El Dorado, Centro Cosanga y otros. Los fines de semana -comenta- son el momento ideal para emprender nuevos recorridos y efectuar nuevos hallazgos.

Sus colegas comentan que lo poco que se conocía sobre volcanismo en Ecuador antes de que el Instituto Geofísico comenzara a funcionar, provenía del geógrafo alemán Teodoro Wolf. Con la contribución de Minard, este campo evolucionó. Por su aporte, lo consideran el mayor pilar de la vulcanología en Ecuador. Hall no tiene poses; nunca las tuvo. Confiesa que mientras tenga fuerzas seguirá recorriendo los volcanes. Los científicos, como él, nunca se jubilan.

DATOS

Minard Hall sigue activamente involucrado en investigaciones y los fines de semana, con frecuencia, realiza estudios de campo. Tiene una oficina en el Instituto Geofísico.

En su casa, situada en Tumbaco, tiene una huerta y un espacio para cultivar orquídeas. Siempre tiene tiempo para cuidar a sus 6 perros, que encontró en la calle, la mayoría, y los llevó a su vivienda.

Al académico le gusta la fritada con tortilla de papa y mote. Siempre que tiene la oportunidad compra una porción, porque su esposa, Patricia Mothes, mantiene una dieta vegetariana.

Este investigador incansable también ha realizado numerosos estudios de los volcanes del archipiélago de Galápagos. Dedicó muchos esfuerzos para conocer las islas y su historia natural. Según el geofísico, alrededor de 30 viajes hizo a las islas, muchos con personal del Instituto Smithsoniano de Washington DC. Sus investigaciones en el archipiélago fueron publicadas en la prestigiosa revista Science.

Andrea Rodríguez
El Telégrafo, noticia publicada el 29/04/2015

Miércoles, 16 Agosto 2017 13:05

El terremoto de Ibarra del 16 de Agosto de 1868

A la una y cuarto de la mañana del 16 de Agosto de 1868, dos sacudimientos sísmicos grandes separados pocos segundos arruinaron a la provincia de Imbabura. Las ciudades de Ibarra, Atuntaqui, Cotacachi, Otavalo y Urcuquí fueron completamente destruidas, así como muchos pueblos de sus alrededores. Según Pedro Fermín Cevallos, Otavalo perdió de 2500 a 3000 habitantes sin contar heridos y mutilados, Cotacachi 1300, Ibarra de 1200 a 1300, Urcuquí y sus alrededores 1200; Atuntaqui, Salinas, Tumbabiro e Imantag, algo más de 2300. El autor indica: “Para un sacudimiento como el de entonces, no cabía escape para edificios ni para mortales, pues fácilmente cayeron de cuajo los templos levantados sobre cimientos y muros de cal y canto como las casas construidas sobre adobes, de uno o dos pisos”. El Dr. García Moreno, nombrado Jefe Civil y Militar de la provincia indica que el terremoto dejó de 15 a 20.000 muertos (Amílcar Varela).

El terremoto de Ibarra del 16 de Agosto de 1868

Fig. 1 - Dibujo de las Ruinas de la catedral de Ibarra, por Riou, según croquis de Edouard André (1875-1882).