La tecnología de la antena de infrasonido es novedosa, en el caso de la nueva estación SAG1, consta de 5 sensores “Chaparral” separados alrededor de 30 m uno con otro. Al sumar las señales se anulan las señales no coherentes como el ruido y se amplifican las señales coherentes que vienen del volcán. se ha logrado reducir el ruido de las señales con lo que se mejora la calidad de estas y mejorar la capacidad de su uso para el monitoreo. Volcanes activos, como el Sangay, son capaces de generar señales de infrasonido sea por las explosiones, emisiones de ceniza, el descenso de flujos piroclásticos o el paso de lahares por el cauce del rio Upano.
Más concretamente utilizando las muy pequeñas diferencias de tiempo en cada uno de los sensores, con un software I-Pensive desarrollado en el Observatorio Volcanológico de Alaska (AVO), se puede determinar el tamaño de explosiones, medido en unidades de presión como pascales (Pa), el número de explosiones que están ocurriendo y a través de un procesamiento matemáticos de los muy pequeños retrasos en los arribos del infrasonido en los cinco sensores, se logra determinar la dirección de donde se origina la señal acústica. Generalmente, niveles más energéticos de las explosiones y un incremento del número de eventos implican que el volcán presenta una tendencia ascendente de su actividad.
Los equipos de la nueva estación SAG1 fueron donados por el Programa de Asistencia a Desastres Volcánicos (VDAP por sus siglas en inglés), el USAID y el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). El Instituto Geofísico está muy agradecido por este importante apoyo al monitoreo volcánico en nuestro país.
PM, MR
Instituto Geofísico
Escuela Politécnica Nacional