El sábado 23 de diciembre de 1972, a las 00:35 (hora local) la ciudad de Managua, capital de Nicaragua, fue sacudida por un fuerte sismo de 6,2 en la escala de Richter. El sismo, cuyo epicentro se localizó en el lago Xolotlán, tuvo una profundidad de solo 5 kilómetros, destruyó el centro y vastas áreas de esta ciudad. Aproximadamente cinco mil muertos, 20 mil heridos y 250 mil personas sin hogar fueron el resultado de este terremoto.
A continuación traducimos una nota publicada en la página del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), una de las pocas fuentes científicas que existen en la web sobre este terremoto.
El terremoto de magnitud 6,2 fue uno de los peores desastres del año 1972 –y el más letal registrado en el hemisferio occidental arriba de Sudamérica. Ocurrió el 23 de diciembre cuando un fuerte movimiento destruyó la mayor parte de la capital nicaragüense, Managua.
Aunque cientos de replicas fueron reportadas, solo dos excedieron la magnitud 5 y éstos ocurrieron dentro de una hora después al principal terremoto.
Managua sufrió un desastroso terremoto en 1931 cuando 2 mil personas resultaron muertas. Un sismo de magnitud 4,5 dañó varios cientos de casas en 1968.
Desde el aire, Managua parecía una ciudad sitiada. Enormes llamas emergían desde su destruido centro. Personas y carros corrían enloquecidos a través de montones de escombros en todas direcciones buscando a sus familiares y pertenencias. Para aquellos que podían recordar el 31 de marzo de 1931 ésta fue solo otra visita de un viejo enemigo, la primera recurrencia de una pesadilla sísmica 41 años después.
El terremoto que golpeó la capital de Nicaragua cerca de la medianoche del 23 de diciembre partió el suelo, las calles y las estructuras con sus grandes ondas y transformó la mayor ciudad de toda América Central en un campo de ruinas. Aunque no fue un sismo de magnitud tan grande, el terremoto de Nicaragua tuvo un foco superficial virtualmente debajo de la ciudad, de modo que mucha de la energía sísmica disipada tuvo que ser absorbida por Managua.
Por cerca de un día, la enmudecida ciudad permaneció en un silencio de muerte, aislada del mundo excepto por ocasionales reportes recibidos por radioaficionados antes de que la luz eléctrica de Managua se cayera por completo. Entonces, en tanto las agencias de socorro en las naciones americanas y el mundo entero empezaron a trabajar, desesperanzadores reportes empezaron a llegar. Dos terceras partes de los 325 mil residentes de Managua fueron desplazados, y tres cuartas partes de la ciudad fueron sacudidas hasta hallarse casi en escombros. Peor aún, los vientos de la estación seca habían esparcido el fuego por la ciudad, y el golpe del sismo incendió los hornos eléctricos y las líneas de distribución de gas, además de romper los cables eléctricos. El hambruna y las enfermedades persiguieron a los sobrevivientes.
Un número entre 3 mil y 7 mil personas resultaron muertas por el terremoto y aproximadamente 15 mil fueron heridas. El cuadro completo tal vez nunca se conozca, el miedo a una epidemia causada por los cuerpos descompuestos, despedazados y sepultados por doquier llevó a las autoridades a declarar camposantos las áreas más afectadas. En términos de muertes, este parece haber sido el peor desastre sísmico jamás registrado para el hemisferio occidental sobre Sudamérica. Hasta el evento de Managua, el peor terremoto registrado para esta parte del mundo fue un movimiento telúrico en Kingston, Jamaica, que en 1692 mató a más de 2 mil personas.
Más información en
http://earthquake.usgs.gov/earthquakes/world/events/1972_12_23.php
http://www.manfut.org/managua/terremoto72.html
En un primer momento la AMJ emitió una alerta a las 02:28 (hora local de Japón) ante la previsión de que olas de hasta 2 metros pudieran impactar las islas cercanas. La alerta fue finalmente retirada a las 07:20 (hora local de Japón).
La Agencia Geológica de Estados Unidos (USGS) coincidió en cifrar en 7,4 grados la magnitud del movimiento. El epicentro se situó a 14 kilómetros de profundidad y a 1 875 kilómetros al suroeste de Tokio.
Un sismo de 6,5 grados de magnitud sacudió el sureste de Irán el lunes 20 de diciembre por la noche y causó la muerte de al menos siete personas, además de herir a por lo menos otras 33.
El canal de televisión estatal iraní señaló que el sismo afectó al pequeño pueblo de Hosseinabad, que cuenta con unos cientos de habitantes en la región de Chah Malek en el sureste de Irán, a las 22:12 horas locales (18:42 GMT).
Mohammad Barzang, el gobernador de Rigan, otra población pequeña afectada por el temblor, dijo que la caída de casas en tres poblaciones lejanas había dejado a varios habitantes entre los escombros. Agregó que los equipos de rescate enviados a la zona lograron liberar a muchos de los atrapados.
Barzang señaló también que los socorristas continuaban trabajando este martes para salvar a otros de entre los escombros, pero que no había indicios de que la cifra de muertes pudiera aumentar mucho.
El área no está muy alejada de la ciudad histórica de Bam, lugar que fue devastado en un terremoto del 2003 de similar fuerza y a causa del cual murieron más de 26 000 personas.
El epicentro estuvo a una profundidad de 5 kilómetros, a unos 100 kilómetros de distancia de Bam, agregó la televisión estatal, que reportó el martes que se habían registrado hasta 25 réplicas en la región, incluyendo una de 5,0 grados. El servicio telefónico se cortó en la zona afectada.
Un funcionario de alto rango, Javad Kamali, dijo este martes que el terremoto también causó graves daños en los edificios y en la infraestructura de la región, reportó la agencia oficial IRNA.
Kamali informó que ya se habían enviado equipos de socorro a las áreas afectadas.
Se ha enviado socorro a fin de reabrir las caminos que han quedado bloqueados a causa del sismo, agregó.
Incluso los sismos moderados han provocado la muerte de miles de personas en el campo iraní, donde las construcciones son a menudo de adobe.
Irán está situado sobre una falla sísmica y a menudo se producen terremotos. Experimenta por lo menos un ligero sismo al día, en promedio.
Dirigentes y pobladores de las zonas cercanas al volcán Tungurahua insistieron en el pedido de ayuda a las autoridades, ante los problemas que viven por la reactivación volcánica.
Lo hicieron en una reunión realizada la noche del pasado martes en la comuna La Paz con Gustavo Sánchez, viceministro de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR).
Allí, el alcalde de Quero, Raúl Gavilanes, recordó que tras la firma de dos decretos de excepción a inicios de año, el Gobierno aún tiene pendiente una transferencia por USD 17 millones que ofreció para atender la sequía y la caída de ceniza.
A la cita también acudieron dirigentes de las parroquias Cusúa, cantón Pelileo (Tungurahua), y Bilbao, cantón Penipe (Chimborazo). Pobladores de las comunidades Pillate, San Juan y Laurelpamba dijeron que la agricultura es una actividad cada vez más riesgosa en estos sitos porque los cultivos siempre son afectados por la caída de ceniza.
Diario El Comercio, 15 de diciembre de 2010
El proceso eruptivo del volcán Tungurahua cambió la vida de 698 familias. Todas residían en las poblaciones consideradas de riesgo como Cusúa, Chacauco, Juive Grande, El Manzano, Puela y Bilbao. Hace dos años, con la ayuda del Gobierno, las mingas comunitarias y otras organizaciones, estas familias fueron reubicadas en tres reasentamientos situados en los cantones Baños, Pelileo y Penipe (Chimborazo).
Los técnicos del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) les pusieron condiciones para poder cambiarse gratuitamente a las nuevas edificaciones. Por ejemplo, en 10 años no podrán venderlas y deberán residir permanentemente en ellas.
Mientras los plazos se cumplen, no todos cuentan con las escrituras y decenas de familias tampoco han roto el vínculo con sus tierras de origen. A diario van y vuelven de las zonas consideradas en peligro. Allá continúan con sus cultivos y la cría del ganado.
Para muchos, el cambio les significó una mejoría. Antes moraban en casas de tapial y teja. Ahora los rodean edificaciones de bloque con techados modernos, jardines, calles adoquinadas, alumbrado público y servicios de agua potable, alcantarillado, Internet y TV por cable.
En el cantón Penipe (Chimborazo) se construyeron 380 viviendas. Wilfrido Núñez, de la parroquia Puela -en las faldas del volcán- habita en una de ellas.
“En este reasentamiento la mayoría de gente regresa diariamente a las zonas de riesgo. Allá cuidan los sembrados de maíz, tomate de árbol, fréjol, arveja y el ganado. A las 08:00 el pueblo se queda vacío”, señala Núñez. Este hombre de 45 años extraña la libertad que tenía en su finca.
“Aquí apenas si hay un poco de tierra para plantar flores”.
Para José Mazón, presidente de la parroquia Puela, los vecinos ya se acostumbraron a ir y venir. “Incluso, tienen parte de sus pertenencias (cocinas, platos, ropa, armarios, mesas, camas) en las comunas de riesgo”.
Nuevas reubicaciones
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