Noticias - Instituto Geofísico - EPN

Quito, 11 Abril del 2011

La Sociedad Sismológica de América (SSA) entregará el premio “Frank Press Public Service” al MSc. Hugo Yepes, Director del Instituto Geofísico y Profesor de la Escuela Politécnica Nacional, en su reunión anual a celebrarse el 13 de abril del presente año, en Memphis, Estados Unidos.

El Premio Frank Press lo entrega la SSA a personas o instituciones que hayan realizado sobresalientes contribuciones para el mejoramiento de la seguridad pública o de la difusión de la información en el campo de la sismología.  Esta es uno de las tres distinciones más importantes que concede la SSA.  En este año, la Sociedad Sismológica de América reconoció las importantes contribuciones del Ing. Hugo Yepes en lo referente a la estimación de los peligros sísmicos y volcánicos y a la reducción de los riesgos naturales en Ecuador y América del Sur por más de 25 años.

Prensa Latina, 30 de marzo.-

A 11 mil 232 asciende la cifra de muertos por el terremoto y tsunami del pasado día 11 en Japón, mientras los desaparecidos suman 16 mil 361, informó hoy la Policía.

Las estadísticas corresponden a un parte hasta las 10:00 hora local.

Respecto a la crisis en la central nuclear 1 de la prefectura de Fukushima, el secretario jefe del gabinete, Yukio Edano, djo a la prensa que el gobierno estudia aplicar nuevas medidas para evitar una mayor propagación de material radiactivo.

Añadió que las autoridades del país y expertos analizan "todas las posibilidades" para controlar la crisis en la planta.

Edano precisó que entre las opciones figuran medidas divulgadas por medios de prensa.

Según se informó, el gobierno y especialistas estudian la viabilidad de nuevos pasos como cubrir los reactores del complejo energético con una tela especial a fin de reducir la cantidad de sustancias radiactivas que emanan de la instalación y usar una cisterna grande para extraer el agua contaminada.

Los dos desastres naturales causaron enormes daños a Fukushima-1, sobre todo en sus sistemas eléctrico y de enfriamiento, situación agravada por las fugas de material radiactivo.

Desde entonces se trabaja en tratar de controlar el sobrecalentamiento de los reactores con vista a evitar una tragedia mayor.

Los mencionados escapes obligaron a evacuar a los residentes en un radio de 20 kilómetros, mientras varios países y regiones suspendieron las importaciones de alimentos al temer que estén contaminados como extensión de la peor crisis nuclear en la historia de Japón.

Miércoles, 30 Marzo 2011 10:01

Se ubicarán boyas detecta tsunami

El Universo, 30 de marzo del 2011

Dos boyas, valoradas en $ 1 millón cada una, adquirirá el Ecuador para ubicarlas entre las islas Galápagos y Hawái, como parte de un plan de prevención ante alguna alerta de tsunami, como la suscitada el pasado 11 de marzo a consecuencia de un sismo de 9 grados de magnitud ocurrido en Japón.

Así lo dio a conocer ayer el ministro de Coordinación de Seguridad, Homero Arellano, en un taller de análisis y capitalización de experiencias –que culmina hoy en Guayaquil– en torno a la emergencia suscitada en las costas ecuatorianas. “Los organismos de emergencia estuvieron conectados (...), el rol de la prensa pública y privada fue fundamental para transmitir los mensajes (…), pero también se evidenciaron las carencias”, expresó Arellano.

Él junto con la secretaria nacional de Gestión de Riesgos, María del Pilar Cornejo, explicaron que el evento apunta a cuatro objetivos: crear un sistema de boyas a nivel internacional; coordinar con las autoridades de los gobiernos provinciales y municipales los planes de contingencia para la población; crear un sistema de emergencias regional a través de la Unión de Naciones Suramericanas; y crear medidas prácticas para el sistema de evacuación de la ciudadanía.

Prensa Latina

25 de marzo de 2011.-  A 75 muertos y 111 heridos ascendió hoy la cifra de damnificados por el reciente terremoto de siete grados en la escala abierta de Richter, que sacudió anoche el noreste de Myanmar en la zona fronteriza con Tailandia y Lao.

Fuentes oficiales aseguraron que la mayor parte de los fallecidos residían en localidades diseminadas por las montañas.

Unas veinte personas murieron sepultadas por los escombros de una iglesia donde rezaban al momento del seísmo, en la aldea de Ja Kuni, a unos 80 kilómetros al este de Tachilek, la ciudad del país más afectada por el terremoto.

Similar cantidad de víctimas mortales se registraron en el poblado de Tarlay, cerca del epicentro del sismo, donde también quedaron derruidos más de 50 inmuebles.

La policía reportó 390 casas, 14 monasterios y nueve edificaciones gubernamentales destruidos en los territorios de Tarlay, Naryaung y Monglin.

El terremoto, con epicentro a 10 kilómetros de profundidad, y sin posibilidad de generar tsunami de acuerdo con expertos, generó daños a unos 235 kilómetros al noreste de Chiang Mai, la segunda mayor ciudad de Tailandia y conocido destino turístico.

Por su parte autoridades locales y estatales se centran en las labores de rescate tras el sismo, según detalló el rotativo Antara News, y que causó escenas de pánico.

Luego de registrarse el seísmo se reportaron más de seis réplicas posteriores y autoridades esperan un aumento significativo de las víctimas ante la dificultad de socorrer a habitantes en zonas que quedaron inaccesibles.

mgt/dav

Ofrenda de alimentos en Cotocollao, donde se asentó la cultura del mismo nombre afectada por la erupción del Pululahua hace 2546 años. Foto: Tatiana Roa 

    La relación entre los volcanes y las sociedades humanas es antigua y difícil. Hace 2 546 años, una gran erupción del volcán Pululahua –según los investigadores Alexandra Alvarado y Marcelo Villalva- cubrió de cenizas los campos del norte del actual Quito e interrumpió el desarrollo de la cultura Cotocollao, cuyos  aproximadamente 2 000 habitantes se vieron obligados a migrar ante la imposibilidad de cultivar y alimentarse.

     Determinar qué capas de ceniza están relacionadas con las culturas asentadas en la Costa ecuatoriana como Valdivia, Chorrera, Jama-Coaque o Manteña y sobre todo cómo las erupciones volcánicas afectaron a estas culturas fueron los propósitos de la tesis “Distribución de las cenizas holocénicas tardías en la Costa del Ecuador”, con la que Silvia Vallejo, del Instituto Geofísico, acaba de graduarse como ingeniera geóloga.

     Teniendo en cuenta que a lo largo de la Costa ecuatoriana se han hallado cenizas volcánicas de erupciones ocurridas desde hace miles de años hasta nuestros días, la investigación de Vallejo se centró en determinar qué capas de ceniza tienen vinculación con los diferentes períodos culturales identificados. De esta manera se podría saber el efecto que una erupción tuvo sobre un determinado pueblo, en términos de migración o extinción por ejemplo.

     Para ello, la geóloga buscó volcanes que hubieran presentado erupciones históricas muy fuertes (grado 3 a 5 en el Índice de Explosividad Volcánica). Los escogidos fueron el Cuicocha, el Pululahua, el Guagua Pichincha, el Ninahuilca, el Cotopaxi y el Quilotoa, ya que habían tenido erupciones muy fuertes en los últimos 7 mil años, periodo que coincidió con el asentamiento de muchas culturas asentadas en las costas del actual Ecuador.

     El siguiente paso fue tomar 56 muestras de cenizas “distales” (es decir, llevadas por el viento lejos de los volcanes) en 21 lugares de la Costa, en una zona comprendida entre La Tola, en Esmeraldas, y Salango, en Manabí. Se trabajó en la línea costera, esteros, cortes de carretera y sitios arqueológicos, como Japotó en San Jacinto, Manabí. A estas muestras se sumaron otras 20 muestras “proximales” (muestras de ceniza cuyo origen y fecha ya han sido identificados) tomadas por los vulcanólogos Minard Hall y Patricia Mothes desde los años 90.

Silvia Vallejo recolectando una muestra de cenizas distales en Cabo Pasado, Manabí.

     A continuación, las cenizas fueron sometidas a un proceso de lavado, secado y tamizado a fin de ser analizadas al microscopio en el laboratorio. El análisis concluyó que las muestras recolectadas correspondían a las erupciones del Quilotoa, del año 1150 después de Cristo (D. C.); dos erupciones del Guagua Pichincha: una del año 850 D. C. y la otra del año 1600 A. C. (Antes de Cristo); una del Pululahua del año 535 A. C.; otra del Cuicocha del 1040 A. C.;  una del Ninahuilca, que aconteció en el año 320 A. C.; y finalmente dos del Cotopaxi: la primera ocurrida en el 5820 A.C. y la segunda en el 3990 A. C.

     En el sitio arqueológico Japotó, donde se asentó la cultura manteña entre el año 800 y el año 1532 de la era cristiana, el trabajo conjunto entre vulcanólogos y arqueólogos permitió determinar que la ceniza hallada en una de las tolas correspondía a la erupción del Quilotoa del año 1150. Silvia Vallejo tiene la hipótesis de que los manteños usaron la ceniza volcánica como elemento decorativo y constructivo en sus tolas, como una especie de enlucido para las paredes.

      Los efectos positivos y negativos que pudieron traer las erupciones volcánicas a las culturas precolombinas de la Costa ecuatoriana aún están por determinarse. Sin embargo, Vallejo considera que la utilidad de este trabajo para el presente está en recordar a la población, especialmente de la Costa, la cual muchas veces percibe a los volcanes como algo “lejano”, que así como éstos afectaron a las culturas ancestrales, también pueden afectar a las sociedades contemporáneas. La vulcanóloga recuerda que erupciones históricas del Cotopaxi arrojaron hasta 50 cm de ceniza sobre ciertas áreas de la Costa y que “ningún techo de una casa actual resistiría el peso generado por esta cantidad de ceniza”. Tal vez para dejarlo claro, el 28 de mayo de 2010 el volcán Tungurahua, en una erupción de tamaño moderado, arrojó, de acuerdo con información compilada por Jorge Bustillos del IG, 2’140 000 metros cúbicos de ceniza. Los vientos llevaron la pluma volcánica con dirección a Guayaquil y ocasionaron la cancelación de numerosos vuelos, la contaminación de fuentes de agua y molestias respiratorias a miles de personas en el Puerto Principal. Como para recordarnos que, pese al desarrollo tecnológico, la naturaleza tiene la última palabra y la historia puede aportarnos importantes claves para comprenderla. (GM)